Adán & Eva, forevah.

2/18/2010

aborto.

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Hace algunos años tuve el inocente atrevimiento de yacer con la Literatura. Yo la llamaba así, y llamé a mi acto “hacer el amor”- oscurantismo humano- pues lo acaecido no había sido nada más ni nada menos que una terrible y sangrienta violación, que después dio fruto, creció, se nutrió de mí, se expandió como lo hacen las enredaderas, hendió con la suavidad de los barcos, que acarician el agua y lo dividen, rugió, rasgó, reinó en silencio. En mí. Instauró el delicioso cadáver de un aborto en mi vientre. Yo era o soy o seré virgen vestal, devota de la sicalipsis.

2/04/2010

Cónclave, clavícula.

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"Y aparecen en mis dedos
cuatro aros nacarados.
Él con su sonrisa rota...

Yo con mis anillos blancos"

[Extracto] - W

2/02/2010

Sola.

Siempre he admirado a las personas que no dudan en dar lo más valioso que poseen por algo en lo que creen.

Personas fuertes y de paso firme, que no vacilan ni un solo segundo, que no caminan errantes… Quienes admiro conocen el camino y saben que está lleno de dolor, al igual que poseen un instinto felino para prever los finales. Su último aliento es, en todos los casos, una última exhalación de pasión.

Es por ello que encontré en esta historia, que ha crecido conmigo, la máxima expresión de la brillantez.

Y los hechos coinciden con mi concepto: en ella se da lo más valioso que puede poseerse– la vida –, sin titubeo, por la creencia que más fe necesita – el amor. El amor, que generalmente se entiende como algo hecho de aire, es pagado aquí con la propia vida, con el fiero agravante de la juventud.

La historia que me ha robado una y otra vez la razón y las horas es, oh, encanto… la única en la que creo.


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